Un día, hace ya bastante tiempo me presentaron a Edward Hopper, yo no concía su obra, así que ese día al llegar a casa, me puse manos a la obra. Encontré artículos que me
fascinaron sobre él, observé sus cuadros y todo lo que me decían. El uso de los
colores, la luz de cada pintura, una iluminación que subraya la soledad de la
que nos está hablando en algunos de sus cuadros. Y es ahí donde empecé a
emocionarme, donde encontré la clave, algo con lo que me sentía muy
identificada. Sobre todo la “soledad de lo femenino”, mujeres solas, con la
mirada perdida, en alcobas o habitaciones de hotel, ventanas que abren un mundo
complejo ante ellas. También mujeres en cafeterías donde están solas o hay más
gente y se ve más acentuada esa soledad. Mujeres en un tren o en el puesto de
trabajo.
Me siento identificada porque siendo una chica que comparte piso, que
tiene miles de amigos y una agenda de teléfonos inmensa, hay veces en la vida
en la que llegas a tu cuarto, y te sientes muy lejos de todo lo que te rodea. Y
entonces te encuentras sola, al lado de tu cama, en medio de una habitación que
ni sientes como tuya, pero sabes que en ese momento es el refugio perfecto para
ser tú y regodearte en la tristeza, que a veces por mucho y otras por nada,
siento en momentos muy concretos de mi vida.
Pero dandole vueltas al asunto y analizando mis momentos de soledad, no siempre han sido malos. A veces la soledad de llegar a esa habitación que sí sientes como tuya, es la mejor compañía que te puedes encontrar. Porque hay momentos en que estar sola es el mejor estado en el que me puedo encontrar. Estar sola no siempre es signo de que algo vaya mal, si no una elección. Porque poder estar sola es un privilegio, estar contigo, estar en ti misma, entrar dentro de ti y disfrutar de lo que sientes, sean sentimientos buenos o no tan buenos. La intimidad es algo que debe estar presente en la vida de una persona y que nadie nos debe arrebatar.
Mientras escribía este post y miraba cuadros de Hopper, estaba sonando música en mi ordenador, y de repente ha saltado una canción de Rocío Jurado, una de mis favoritas, la que uso cuando estoy
desolada y no consigo quitarme la angustia de encima, la que uso cuando me siento
sola y necesito expresarlo y que nadie lo sepa, la que uso para llorar y gritar
sola, para descargar negatividad o tristeza y volver a la calma. Además está totalmente
relacionado con el tema a tratar aquí, y es además parte de mi
intimidad y mi vida, forma parte de mi soledad, que hoy he decidido compartir. Esa
canción es: PUNTO DE PARTIDA. En ese preciso momento yo estaba observando la
imagen del cuadro SUMER-INTERIOR
Me
he parado un momento, y he visto claramente como esa chica tirada en el suelo,
medio desnuda al lado de la cama, podría ser la protagonista de esta magnifica
canción de “la de Chipiona”. En relación con el cuadro, esta canción habla
sobre una mujer que ha sufrido una ruptura sentimental y tiene que a aprender a
vivir sola otra vez. Entonces, me he propuesto un juego a mi misma: pon
canciones de Rocío Jurado e intenta buscar a los protagonistas dentro de los
cuadros de Hopper. Han ido sonando una tras otra, yo tenía todas las imágenes
frente a mis ojos, y una por una he ido vinculándolas a las canciones. Yo tengo mi propio resultado sobre este juego pero...
¿Queréis saber el resultado de mi juego? o ¿queréis jugar vosotros?
De momento no voy a desvelar mis resultados. Así
que, para finalizar, y cómo él mismo dijo: “Lo importante para mi es la
sensación de estar de paso, descubriendo la intensa belleza de todas las cosas
cuando estás viajando, cuando tu vida se transforma en una película”.