No suelo usar la palabra gafe, ni si quiera creo en ella.
Pero a veces las casualidades, en las que sí creo, (a pesar de todos los
detractores que tienen y la de veces que me han intentado convencer de que nada
ocurre por casualidad y te hablan de causalidad) hacen que pasen demasiadas
cosas en muy poco tiempo. Voy a resumir todo lo que ocurrió el fin de semana:
Viernes 22:30h - me compro un cuadro en un bar. Un bar de
esos que también tienen exposiciones de nuevos artistas. Es algo que siempre he
querido hacer, comprar una obra de arte y que nunca me había podido permitir.
Pero me enamoré y esta vez el precio estaba a mi alcance. El 3 de noviembre
estará en mi pared.
Viernes 23:40h - saliendo de otro bar me doy cuenta que mi
móvil (el que aún estoy pagando) no está en mi bolso, he perdido el móvil. Mi
amiga y yo nos ponemos muy nerviosas y volvemos a la mesa del bar, unas chicas
ya estaban sentadas y parecían muy sospechosas, ya que cuando preguntamos por
el móvil se levantan y se van, nuestro
enfado aumenta. Pero mi móvil se había caído al suelo y estaba debajo del
asiento. Móvil encontrado.
Viernes 00:30h -
estamos en otro bar (el tercero de la noche)volviendo del aseo (todos
los aseos de los bares en Madrid están en la parte de abajo) por no ir atenta a
lo que tenía que hacer que era subir escaleras… PLOF… me he caído hacia arriba
tres o cuatro escalones, dos chicos muy amables me han tenido que levantar.
Tengo heridas en codos, manos y espinilla que lo demuestran.
Viernes ya muy de madrugada: duermo con el culo al aire,
consecuencia: me levanto resfriada.
El sábado pasó, más o menos bien, sin incidencias a
destacar, pero llegó el domingo.
Domingo tarde 19h - quedo con un amigo en la esquina de casa
para ir al cine con otros amigos, pero
decidimos ir andando y dar un paseo.
Justo en ese momento empieza a diluviar. Adiós al paseo y hemos llegado al metro de
milagro y encima nos deja cerca del cine y tenemos que volver a caminar bajo el
diluvio, llegando a nuestro destino empapados y con los pies hechos un mar.
Domingo 19:45h - comienzan los anuncios y seguidamente la
película: “LA CUMBRE ESCARLATA”. No llevaba ni tres minutos la proyección
de la misma cuando una chica, personal
del cine, empieza a gritar que desalojemos la sala. Nosotros estábamos todos
descalzos (para que se secaran los zapatos) y así y todo, corriendo hemos
salido a la calle con el suelo mojado, encharcado… Pudimos volver a entrar a
los 5 minutos, yo temblando, claro. Falsa alarma.
Falsa alarma: paquete bomba en la recepción del edificio
donde trabajo. Todos desalojamos entre gritos.
Falsa alarma: suena la alarma en la empresa y todos
corremos, ha sido un error y no hay nada de qué preocuparse.
Falsa alarma: llegan los bomberos, 4 coches de policía y
tres ambulancias al edificio de al lado, todos los vecinos asomados en los
balcones. Gritos y finalmente risas. Nunca sabremos que pasó.
Estas son las veces que he escuchado esta frase o estas dos
palabras, después de llevarme un gran susto y tener que desalojar un edificio,
o una sala de cine, o bajar 14 plantas corriendo por una: falsa alarma.
Pero esto no es lo peor, lo peor es que han sido 5 veces más
las que he estado en CORRECTAS ALARMAS. En 5 correctos y espeluznantes
incendios. Por lo menos para mí. Porque se me ponen los pelos de punta cada vez
que me imagino envuelta en llamas, dentro de un incendio o cerca de él. Ya no sé
si le tengo fobia al fuego o lo amo. Podría decir que tengo una relación
tóxica con el fuego y que prefiero las vitrocerámicas.
Tengo grabado a fuego en mi pituitaria, nunca mejor dicho,
el olor que tuvo mi casa después de que se incendiara la cocina cuando yo sólo
tenía 5 años. Nunca voy a poder ese olor caliente, ese olor que te llega hasta
el cerebro y te hace daño, que no te deja dormir y que hace que tu hogar desaparezca
durante semanas.
Tengo grabado a fuego en mi memoria, nunca mejor dicho, la
vez que salté del coche de mi madre en
marcha, con una amiga, para meterme dentro de un edificio en llamas a sacar a
un hombre de su casa, que se estaba quemando. Yo, una mocosa de 14 años en plan
heroína. La policía nos tuvo que sacar de allí con cara de pocos amigos y mi
madre nos miraba desde el coche sin saber que hacer.
Tengo grabado a fuego en mi memoria, nunca mejor dicho, cuando mi tostadora decidió quemarse
a lo bonzo encima de la encimera de madera.
Mi reacción no fue otra que salir corriendo del piso y dejar allí a mis
compañeros con todo el “fregao” (como se dice en Murcia). Ya había aprendido,
si hay un incidencio, de la envergadura que sea… Sal corriendo.
Tengo grabado a fuego en mi cuerpo, nunca mejor dicho, una Nochevieja en casa de los abuelos,
en la que después de hacer carne a la brasa en la chimenea, tiramos los papeles
de periódico impregnados de grasa a la misma, y volaron en llamas por todo el
conducto, incendiando la chimenea y la casa por dentro. Como he dicho, ya había
aprendido, después de gritar a mi familia para que saliera, sin obtener
resultado, opté por “sálvese quien
pueda”. Cogí mi bolso, mi vestido, a mis
abuelos uno en cada brazo y me largué de allí. Las uvas ni las olimos. El año
empezó en la calle, con llamas y relente.
Tengo grabado a fuego en mi cabeza, la vez que fui a ver a hijo recién
nacido de mi prima. Mientras lo bañábamos, empezaron a tirar piedras a la
ventana desde la acera de enfrente, a nuestra ventana. El 6º se estaba
incendiando, teníamos que desalojar el edificio. Un bebé desnudo, una hermana,
una prima y yo. Corrimos asustadas a la calle. Me dio tiempo a coger los
bolsos, menos mal, tardamos 3 horas en poder volver a subir a casa.
He aprendido algo en todas estas situaciones: COGER MI BOLSO
Y SALIR CORRIENDO. Hasta una vez que el aceite de una sartén prendió y no
éramos capaces de controlar las llamas, cogí mi bolso y me mantuve en el
pasillo cerca de la puerta por si acaso… Os lo recomiendo: nunca esperéis a ver
que pasa, un incendio se propaga muy fácilmente, mejor coger vuestro bolso y
correr. Que cómo veis, yo sigo viva.
Como dijo Galeano, todos somos fueguitos. Yo soy fuego puro,
yo soy un fuego que arde fuerte y se ve a lo lejos. Yo soy de esas que queman
si te acercas demasiado, pero no te preocupes, no tengas miedo de estar a mi
lado, que como ves, tengo experiencia suficiente para poder salir ilesos de mi
incendio personal…
… si lo deseas podré apagarte o si no, y espero que así sea:
arderemos juntos.
arderemos juntos.
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