Amalia ha llegado a la treintena torpemente.
Torpemente porque ha entrado en un ciclo nuevo y no están cumplidas ciertas
expectativas.
Expectativas que quizá le impuso la sociedad y ella asumió.
Asumió un futuro, en el pasado, sin pararse un momento a
pensar que la vida no es lineal y que la vida no se escribe a bolígrafo en una
agenda.
Agenda es lo que menos le hace falta a Amalia.
Amalia ya ha pasado parte de este estreno de su nueva edad,
intentando dar los pasos adecuados para conseguir esos objetivos.
Objetivos, que aún sin conseguir, ha dejado de perseguir,
porque no es necesaria tanta inmediatez. Tanta impaciencia.
¿Impaciencia? Ha esperado treinta años. Si, impaciencia por
querer que ocurran cosas que quizá no tienen que ocurrir. Ya se ha dado cuenta.
Se ha dado cuenta de qué objetivos quiere realmente que
formen parte de su persona y cuáles pueden ser prescindibles. Y ha visto el
error.
Error de seguir haciendo lo mismo para conseguir algo que ya
antes, no había dado resultado.
Resultado: estaba dándose cabezazos contra la pared.
Pared responde: voy a seguir aquí, si quieres llegar al otro
lado, quizá tengas que elegir otro camino. El otro lado te está esperando, pero
por aquí no se puede pasar.
Pasar por encima es lo que Amalia va a hacer. En este mismo
momento se dispone a dar un salto mortal hacia su nuevo camino.
El camino va a
ser lo importante en la vida de Amalia y no la meta. Está claro que a algún
sitio ha de llegar y tiene claro donde pero ya no hay prisa.
Prisa de edad = se te pasa el arroz ..................................................DESTRUIDA.
Prisa de edad = te vas a quedar para vestir santos ........................................DESTRUIDA.
Prisa de edad = te vuelves maniática y nadie te va a querer .........................DESTRUIDA.
Prisa de edad = yo a tu edad ya... (lo que sea) ..............................................DESTRUIDA.
Destruida ha estado durante un tiempo, ella misma, dentro de
un agujero de pensamientos absurdos que le han hecho cuestionarse a sí misma
hasta la saciedad. Ahora ha decido
y asumido que hay algo que sí le pertenece y que sí quiere tener. Pero ojo, ni
a toda costa ni a toda prisa.
Amalia quiere amar y ser amada.
Pero no entiende el amor con engaños, no
entiende el amor con dolor, no entiende el amor con lágrimas, no entiende el
amor con desconfianza, no entiende el amor con una resta, no entiende el amor
con prohibiciones, no entiende el amor sin amistad, no entiende el amor con
celos, no entiende el amor con competitividad, no entiende el amor con gemidos
fingidos, no entiende el amor con violación de la intimidad propia, no entiende
el amor sin teatro, no entiende el amor sin música y no entiende el amor sin
arte, no entiende el amor autoritario, no entiende el amor con límites, no
entiende el amor sin pasión, no entiende el amor sin domingos improvisados, no
entiende el amor sin ir al cine, no entiende el amor con pereza, no entiende el amor sin sexo, no entiende el
amor con tiempos, no entiende el amor sin impulsos, no entiende el AMOR SIN
AMOR.
Y si no encuentra este amor, preferirá estar sola el resto
de su vida. Porque estar sola, de sola sin pareja, que no sin familia y amigos,
no es una derrota, no es estar vacía.
Es que Amalia es exigente e inconformista. Y Amalia no ha
llegado a la meta, pero ha elegido el camino. Y no va a dar más explicaciones a
nadie. Amalia vive en una época en la que las explicaciones ya deben sobrar.
Hay mucha gente que pensará que Amalia es rara, que Amalia es difícil y gente
que no lo piensa, que lo dice. Pero la gente debería meterse un poco más en sus
asuntos y no intervenir demasiado en aspectos tan personales de los demás
(piensa Amalia).
Ya está bien de preguntas impertinentes y ahora va un
ejemplo: la tía Rosa pregunta a su sobrina, recién casada “¿Para cuando los
hijos?”
Tía Rosa, métete la preguntita por donde te quepa. Porque en
ese momento puedes estar haciendo mucho daño, o quizá ninguno, pero es algo que
sólo le importa a la pareja. Tía Rosa, y si…¿esa pareja no puede tener hijos y no son capaces de hablar de ello? Tía Rosa, y si…¿esa pareja ha decidido no tener
hijos por voluntad propia? Tía Rosa, y si… ¿aún no es el momento y lo decidirán
ellos cuando les salga del pie? Tía Rosa, ¡cállese!
Por lo tanto Amalia tampoco tiene que dar explicaciones.
Bien porque no se siente cómoda dándolas, bien porque no le sale del coño o
bien porque quién pregunta no se las merece. Porque en la época que le ha tocado
vivir, gracias a muchas personas que han luchado para llegar hasta ahí, puede
liberarse de prejuicios, vidas establecidas y modelos a seguir. Ya no.
Amalia es una mujer soltera que disfruta de su vida como
quiere. Y hace poco un amigo le preguntaba “¿Tú ahora estás ahora en una época de
coño o de corazón?”
Amalia está pensando.
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